La población campesina que se asienta en las salitreras,
pasa a depender absolutamente de su salario, pierde el amparo que ofrece la
sociedad paternalista del campo, se desvincula de su patrón, que ahora esta
representado por una sociedad anónima. En este mundo impersonal, el
campesino que se ha transformado en minero, si pierde su salario, como solía
suceder, quedaba desamparado y en un medio inhóspito. El salario que recibe es
muy superior al del campo, pero sus condiciones de vida eran muy duras. La vida
en ciudades como Santiago y Valparaíso, que hacia 1885 tienen 200.000 y 105.000
habitantes, respectivamente, ofrece mayores incentivos, pero no está exenta de
problemas. El Puerto era entonces un centro de gran actividad; de ahí
que su población viviera en función del trabajo. El literato José Joaquín
Vallejos, después visitar la ciudad en 1843, tiene la impresión de que allí
todos corren, todos se precipitan, todos reniegan, nadie piensa en nadie, en
efecto, Valparaíso era el centro comercial y financiero más importante del
país, encargado de redistribuir las mercaderías que venían de Europa, en la
costa del Pacífico. La necesidad de mano de obra concentró en la ciudad
una gran cantidad de población venida del mundo rural en busca de trabajo. Este
crecimiento demográfico le planteo a sus habitantes graves problemas de
hacinamiento, por falta de viviendas, con el consiguiente efecto negativo en
cuanto a higiene y salubridad, lo que se tradujo en enfermedades endémicas y
epidémicas que provocaban una alta tasa de mortalidad, especialmente entre
párvulos. Los problemas que aquejaban a los pobres en las salitreras y en
las ciudades eran ignorados por las autoridades y gran parte de la elite. Juan Enrique Concha Subercaseaux, de tendencia política
conservadora y cuya vida fue un permanente apostolado, obtiene su licenciatura
en Derecho en la Universidad Católica de Chile, en 1899, con la tesis
Cuestiones Obreras. Arturo Alessandri, de tendencia liberal, obtiene
similar licenciatura en la Universidad de Chile, con la tesis Las habitaciones
obreras(1891). Los propios trabajadores buscan dar solución a los problemas que
le aquejan. Desde la segunda mitad del siglo XIX crean mutuales, que como
su nombre lo indica, promueven la asistencia mutua entre los trabajadores
asociados, por medio del ahorro, la ayuda a los más necesitados, la educación y
la moralización. De estas organizaciones surgirán las mancomunales, que
además de prestar ayuda mutua a sus asociados, asumen la defensa de los trabajadores
frente a los empleadores y autoridades. También hubo trabajadores que
enfrentaron su situación empleando la violencia.
A pesar de todas estas reacciones frente a la cuestión
social, los partidos políticos y las autoridades demoraron mucho tiempo en hacerse
cargo del problema. La promulgación de una legislación social, se inicia
tímidamente con la ley de habitaciones obreras (1906), la de descanso dominical
(1907), la de la silla (1914) . El programa de gobierno de Alessandri
(1920) ponía énfasis en la necesidad de legislar para los trabajadores, para
evitar una revolución social. Sin embargo, gran parte de su programa en
este aspecto sólo se llevó a cabo después del movimiento militar de 1924, con
la promulgación de las leyes sobre contrato de trabajo, seguro obligatorio de
enfermedad, de indemnización por accidentes de trabajo, de juntas de
conciliación y tribunales arbitrales, sobre organización sindical, sobre
cooperativas y acerca de contrato de trabajo.